domingo, 8 de agosto de 2010

Do absurdo.

Lo absurdo es creer que podemos aprehender la totalidad de lo que nos constituye
en este momento, o en cualquier momento, e intuirlo como algo coherente, algo
aceptable si querés. Cada vez que entramos en una crisis es el absurdo total,
comprendé que la dialéctica sólo puede ordenar los armarios en los momentos
de calma. Sabés muy bien que en el punto culminante de una crisis procedemos
siempre por impulso, al revés de lo previsible, haciendo la barbaridad más
inesperada. Y en ese momento precisamente se podía decir que había como una
saturación de realidad, ¿no te parece? La realidad se precipita, se muestra con
toda su fuerza, y justamente entonces nuestra única manera de enfrentarla
consiste en renunciar a la dialéctica, es la hora en que le pegamos un tiro a un
tipo, que saltamos por la borda, que nos tomamos un tubo de gardenal como
Guy, que le soltamos la cadena al perro, piedra libre para cualquier cosa. La
razón sólo nos sirve para disecar la realidad en calma, o analizar sus futuras
tormentas, nunca para resolver una crisis instantánea. Pero esas crisis son como
mostraciones metafísicas, che, un estado que quizá, si no hubiéramos agarrado
por la vía de la razón, sería el estado natural y corriente del pitecantropo erecto.
Y esas crisis que la mayoría de la gente considera como escandalosas, como
absurdas, yo personalmente tengo la impresión de que sirven para mostrar el
verdadero absurdo, el de un mundo ordenado y en calma, con una pieza donde
diversos tipos toman café a las dos de la mañana, sin que realmente nada de eso
tenga el menor sentido como no sea el hedónico, lo bien que estamos al lado de esta estufita que tira tan meritoriamente. Los milagros nunca me han parecido
absurdos; lo absurdo es lo que los precede y los sigue.

*Julio Cortázar - Rayuela

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